Tegucigalpa, Honduras. – Cielos nublados, lluvia intensa y paisajes montañosos han sido testigos de las tragedias aéreas que han marcado la historia reciente de Honduras. En los últimos 25 años, el país ha sido escenario de al menos 50 accidentes aéreos, dejando un saldo de 62 personas fallecidas.

La más reciente tragedia aérea que sacudió a Honduras ocurrió anoche, cuando 12 personas murieron tras el amarizaje de una avioneta en Roatán, Islas de la Bahía. Este nuevo siniestro sacudió a una nación que aún recuerda otros episodios en su espacio aéreo.

ICN Investiga a través de la solicitud de información SOL-AHAC-139-2024 de la Agencia Hondureña de Aeronáutica Civil (AHAC), constató que, desde el año 2000, los accidentes aéreos en el país han tenido causas recurrentes: condiciones meteorológicas adversas, impacto de aves, fallas mecánicas y errores humanos.

Pero no solo los accidentes han sembrado el pánico en los cielos hondureños. AHAC también registra al menos 50 incidentes aéreos sin víctimas mortales, algunos de ellos con causas insólitas, como la explosión de un extintor de fuego en pleno vuelo o la colisión con un caballo en una pista de aterrizaje.

Las peores catástrofes

La historia de la aviación en Honduras está marcada por momentos de dolor. En el año 2000, el helicóptero BELL-206 se precipitó a tierra tres millas al norte de Jutiapa, Atlántida. Cinco personas murieron en aquel fatídico día, víctimas de la furia del clima.

Pero fue en el siglo XXI cuando el país vivió uno de los accidentes más recordados. La mañana del 30 de mayo de 2008, en plena temporada de lluvias, el vuelo 390 de TACA, un Airbus A-320, intentó aterrizar en el Aeropuerto Toncontín. La pista, corta y complicada, jugó en su contra.

La aeronave se salió de la franja de aterrizaje y terminó en una calle de la capital. Seis personas murieron en el impacto.

El informe oficial de Aeronáutica Civil no dejó dudas, la “decisión de aterrizar en una pista sin tener las condiciones necesarias: clima, peso de aterrizaje y sin condiciones adecuadas de pista. Sin cumplir el procedimiento del operador y sin conocimiento de información esencial sobre las condiciones de la pista.”

Los años siguientes no fueron más benignos. En abril de 2010, otra aeronave BELL-206 se estrelló contra un árbol, dejando una víctima mortal. Ese mismo año, otro accidente aéreo cobró la vida de tres hondureños.

Sin embargo, la tragedia más grande ocurrió el 14 de febrero de 2011. En Santa Ana, Francisco Morazán, la aeronave LET 410UVP20 impactó contra el suelo, cobrando la vida de 14 personas.

Desde entonces, una veintena de personas ha perdido la vida en accidentes aéreos entre 2012 y 2023. Y en menos de un año, entre mayo de 2024 y marzo de 2025, otras 14 personas murieron en circunstancias similares.

Pero el siniestro de anoche en Roatán ha pasado a la historia como uno de los más mortales. Doce vidas apagadas en cuestión de segundos. Doce familias marcadas por el infortunio de un vuelo que jamás llegó a destino.

Las montañas y los cielos encapotados siguen siendo protagonistas de los accidentes más trágicos en Honduras.