Uso de ropa de segunda mano crece por impacto de la pobreza en Honduras
por Carlitos Giron |
Tegucigalpa, Honduras.- Más que clínicas, cooperativas, farmacias o incluso más que restaurantes, la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC), de 2010 a 2022, extendió más permisos de operación a comercios de venta de ropa de segunda mano que a los servicios esenciales en Honduras.
Esta situación en Tegucigalpa y Comayagüela, ciudades que conforman la capital de Honduras, es, a criterio de expertos, un reflejo de la realidad que ocurre en todo el país: la venta de ropa usada está en auge producto de la pobreza.
«Ha aumentado abruptamente el mercado de prendas de ropa usada y están importando más de 100 millones de dólares al año», en todo el país, según Henry Rodríguez, jefe de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
El equipo de ICN, a falta de un documento que registre los comercios formales que más permisos de operación solicitan y son aceptados en todo el país, examinó los de la Alcaldía del Distrito Central, constatando que los comercios de venta de ropa están proliferando más que otros servicios.
También se evidenció, con el análisis de expertos, que esto afectará la producción nacional de prendas y la inversión extranjera en Honduras.
Para ejemplificar, de 2010 a 2022 —según los datos más actuales—, se extendió un total de 2,829 permisos de operación para «bultos», como popularmente se conoce a la venta de ropa usada, en la capital hondureña.
Por debajo de este rubro, en los mismos años, se extendieron permisos a 903 sucursales de cooperativas, 1,289 clínicas y apenas 1,471 nuevos comercios o franquicias de ropa nueva o calzado.
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ICN también accedió a un estudio realizado por la marca internacional Garson & Shaw, proveedor mayorista de ropa de segunda mano y artículos afines a nivel mundial, en el que se sostiene que, a 2022, «el 2.7% de las importaciones mundiales de ropa de segunda mano van a parar a Honduras. Su valor se estima en 123.9 millones de dólares».
De acuerdo con el estudio internacional, en 2022 se importaron 66 mil toneladas de ropa de segunda mano, lo que convierte a Honduras en el decimoséptimo importador mundial de ropa usada.
Entre 2017 y 2021, las importaciones de ropa de segunda mano a Honduras crecieron un 6%, aseguró el estudio de Garson & Shaw.
Y justamente por la alta importación y venta en el territorio hondureño, los ingresos fiscales por ropa de segunda mano aportaron 34.1 millones de dólares en 2021.
«Se estima que el sector de la ropa de segunda mano representa el 1.64% del PIB, pero es probable que se trate de una subestimación significativa que no tiene en cuenta la actividad en la economía informal», precisa el informe.
La pobreza orilla a vestir ropa usada
El economista Henry Rodríguez expuso ante ICN que las cifras brutas de este rubro tienen aspectos negativos y positivos.
«Tenemos un país con un índice de pobreza que supera el 60%, un mercado de trabajo donde el 55% de las personas en el mercado laboral formal están en la categoría de subocupados, es decir, que no reciben los suficientes ingresos para hacer frente a sus necesidades», expuso el experto en finanzas.
«Entonces, esta ropa usada viene a ser un paliativo para ellos porque encuentran ropa clasificada de diferentes estándares y precios; este es un aspecto positivo porque ayuda», añadió el economista.
Lo negativo: dificulta la inversión en el país
Aunque el mercado de ropa de segunda mano deja cifras brutas positivas, las empresas productoras de ropa en Honduras corren riesgo, analizó el experto económico.
«Las pequeñas fábricas de ropa en el país tienen una fuerte competencia y los sastres, que antes eran tan comunes, ya no los hay, y eso dificulta la inversión en el país porque descuidamos la producción nacional», auguró Rodríguez.
El mercado de la ropa nueva y la producción nacional serían las principales víctimas de este flagelo.
Otro factor de la importación de ropa usada es que, por cada libra de prendas para introducirla al país, se paga 0.90 centavos de dólar estadounidense. En cambio, el resto de los importadores pagan el 15% sobre la factura total de lo que importan.