Opinión: Óscar Estrada, el discurso del general

by Redacción Web |

Opinión: Óscar Estrada, el discurso del general

El discurso del pasado 12 de octubre, pronunciado por el general Roosevelt Hernández, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, durante el ascenso de varios oficiales al rango de general, ha despertado preocupación en distintos sectores de la sociedad, tanto dentro como fuera del ámbito militar. Muchos interpretaron sus palabras con inquietud, entendiendo que Hernández ha adoptado por completo el proyecto del gobierno y su agenda socialista.

Sin embargo, más que una alineación absoluta, el discurso refleja la complicada situación del general, quien enfrenta fuertes presiones políticas. En este contexto de alta tensión, donde los intereses del gobierno y las Fuerzas Armadas parecen cada vez más entrelazados, Estados Unidos continúa monitoreando de cerca cada movimiento. Además, el temor de la familia Zelaya de perder el control sobre la institución militar parece estar fomentando la percepción de que Hernández no es totalmente confiable, lo que parece ser la razón principal de sus declaraciones.

Este discurso debe entenderse en el contexto de los recientes acontecimientos que han sacudido la política hondureña. Hernández y la ministra de Defensa, Rixi Moncada, candidata del oficialismo, regresaron recientemente de un viaje a Estados Unidos, donde se reunieron con diversas instituciones de defensa y seguridad.

Aunque no se ha revelado el contenido exacto de esas conversaciones, el contexto sugiere que uno de los temas principales fue la posible denuncia del tratado de extradición con Estados Unidos, tras la filtración de un video en el que Carlos Zelaya, cuñado de la presidenta Xiomara Castro, negociaba con narcotraficantes para financiar la campaña de 2013. Esto ha generado temores dentro del gobierno de que Estados Unidos podría usar la extradición como una herramienta para desestabilizarlos.

El discurso del general ha sido criticado por alinearse con la agenda de la familia Zelaya Castro. Al criticar a las “10 familias” y promover la ley de justicia tributaria, Hernández repitió la narrativa del gobierno sobre la concentración de la riqueza en unas pocas familias y la exoneración de 66 mil millones de lempiras anuales en su favor. Hernández se presentó como un portavoz del gobierno.

El uso de la cita de Platón en el discurso es un buen ejemplo del intento del general por mostrar lealtad al proyecto político de los Zelaya. Al referirse a “La República”, él advierte sobre los peligros de la acumulación de riquezas y la oligarquía como enemigos de la democracia.

Sin embargo, el uso de esa cita en el contexto hondureño es irónico, ya que Platón también advierte en esa misma obra sobre los peligros de los demagogos, que pueden llevar a la democracia hacia la tiranía.

Cuando Hernández cita a Morazán y exalta la dignidad y el honor de la patria, busca justificar las acciones del gobierno de Xiomara Castro como soberanas y dignas frente a la presión externa, especialmente de Estados Unidos. Al mencionar la visita a diversas instituciones de seguridad y defensa estadounidenses, recalca el respeto mutuo y la dignidad con la que la delegación hondureña, liderada por Moncada, representó al país.

Con esto, Hernández refuerza el mensaje de que el gobierno está tomando decisiones soberanas, como la revisión del tratado de extradición, en defensa de los intereses del pueblo hondureño.

Sin embargo, esta retórica también parece reflejar ese temor subyacente en Hernández, al que nos referimos, él busca asegurarse de que no se le perciba como un eslabón débil. Para la familia Zelaya, el general podría convertirse en un chivo expiatorio si la situación política se complica, especialmente si no se le ve completamente alineado con sus intereses.

En este contexto, su discurso parece ser un intento de disipar cualquier sospecha de deslealtad o falta de compromiso con el oficialismo.

El hecho de que Moncada haya pausado su campaña para tomar el control de las Fuerzas Armadas refuerza la idea de que el gobierno busca asegurar una lealtad total dentro de la institución militar. Hernández está decidido a no ser visto como una pieza frágil.

Sin embargo, esta demostración de lealtad excesiva podría tener consecuencias adversas, ya que podría reforzar la percepción de debilidad dentro de las Fuerzas Armadas y desencadenar una crisis de confianza tanto con sus pares como con los líderes políticos que intenta complacer.

Más que un mensaje de fortaleza institucional, el discurso del general Hernández puede interpretarse como una advertencia sobre el futuro de la relación entre las Fuerzas Armadas y el gobierno de Castro.

Su aparente subordinación al poder político corre el riesgo de generar aún más descontento dentro de la institución, particularmente si esta percibe que su rol tradicional como garante de la estabilidad está siendo comprometido por las ambiciones políticas de los Zelaya.

A medida que Honduras entra en un periodo de mayor inestabilidad política, la figura de Hernández adquiere una importancia crítica. Si el general no logra equilibrar las presiones internas de las Fuerzas Armadas con las expectativas del gobierno, podría perder la confianza tanto de sus superiores políticos como de sus compañeros de armas.

En un país donde las Fuerzas Armadas han desempeñado un papel decisivo en momentos de crisis, esta falta de equilibrio podría tener repercusiones profundas y duraderas para la estabilidad institucional y política del país.

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