El Papa Francisco saluda, en una fotografía de archivo. EFE/FABIO FRUSTACI

Este evento, que celebra su tercera edición, reúne a obispos de una treintena de países y también a jóvenes de diferentes nacionalidades, para fomentar la comunión entre los creyentes del área mediterránea.

En el centro de Marsella este jueves, víspera de la llegada del papa Francisco para cerrar los Encuentros Mediterráneos, había poco ambiente religioso. Camisetas azules, pelucas, cerveza y cánticos de estadio eran la tónica dominante en una ciudad hoy más pendiente de su selección en el Mundial de Rugby.

«No hay nada del papa hoy», afirmaba a EFE el propietario del bistró Le 13, un restaurante del Puerto Viejo de Marsella, a pesar de que la de Francisco será la primera visita papal a esta villa portuaria en casi cinco siglos.

En los bares y terrazas se arracimaban los aficionados al deporte del balón oval que no tenían entrada o no se habían puesto todavía en camino para ver el Francia-Namibia que se disputará esta noche en el estadio Velódromo, el mismo lugar donde el próximo sábado el Pontífice ofrecerá una misa ante casi 60.000 fieles.

Y hasta algunos turistas, como los argentinos Lorena y Marcelo, llegados desde el barrio porteño de Villa Devoto para hacer turismo con familiares, se habían enterado solo al llegar a Marsella de que coincidirían con uno de sus compatriotas más ilustres.

«Nos enteramos cuando subimos a la catedral», contaba a EFE entre risas esta pareja. Para ellos, a pesar de ser creyentes pero no practicantes, esta carambola del destino es «algo increíble», ya que no creen que se les vaya a presentar la ocasión de ver a Jorge Bergoglio de vuelta en Buenos Aires.

Tampoco en los puestos de recuerdos de la denominada «ciudad focense» -por los marineros del pueblo griego que la fundaron alrededor del año 600 antes de Cristo- se ven estampas de Francisco, a pesar de que los Encuentros Mediterráneos que vendrá a clausurar el Papa comenzaron el pasado domingo.

Este evento, que celebra su tercera edición, reúne a obispos de una treintena de países y también a jóvenes de diferentes nacionalidades, para fomentar la comunión entre los creyentes del área mediterránea.

Por su naturaleza portuaria, la ciudad focense es un lugar con mucha presencia histórica de migrantes y de personas de paso. Ese carácter y el hecho de ser una de las grandes puertas de Europa al Mediterráneo explican el desplazamiento de Francisco, que ha remarcado que no hace una visita a Francia, sino a Marsella.

Desde ella, lanzará a los Gobiernos un mensaje sobre la crisis migratoria que ha convertido al Mediterráneo en un gran cementerio.

Una ciudad que vive una espiral de violencia

Para garantizar la seguridad, en Marsella se desplegarán 5.000 policías y gendarmes, así como un millar de agentes de seguridad privada, según anunció la semana pasada la prefecta de Policía del departamento de Bouches-du-Rhône, Frédérique Camilleri.

El dispositivo buscará prevenir tanto «amenazas terroristas» como «actos de delincuencia» y otras potenciales perturbaciones, indicó Camilleri, y en la ciudad portuaria se desplegará el Ejército del Aire para convertir su cielo en una «burbuja» de protección aérea.

Las disposiciones hablan de lo excepcional de esta visita papal, pero también de los problemas que asedian a la villa costera, cuyos cerca de 900.000 habitantes -es la segunda más poblada de Francia- sufren una espiral de asesinatos relacionados con el narcotráfico.

Solo hasta el 12 de septiembre pasado, el número de personas asesinadas en la ciudad por motivos relacionados con el tráfico de drogas ascendía ya a 44 y el de heridos a 109, según los datos de la Fiscalía de Marsella.

A pesar de los refuerzos de seguridad enviados por el Gobierno, los fallecidos superaban ya con mucho al del total del año 2022, que fue de 31 y que ya se consideraba como uno de los años más sangrientos desde el comienzo de este siglo en Marsella.

Con esas cifras, Provenza-Alpes-Costa Azul (cuya capital es Marsella) fue la región de la Francia continental que tuvo la tasa de homicidios más alta de 2022, con 2,4 por cada 100.000 habitantes, casi el doble que la media nacional (1,3 por cada 100.000), según datos del Ministerio de Interior.

El narcotráfico se considera el trasfondo de un 80 % de los homicidios e intentos de homicidio que ocurren en la ciudad focense. Los motivos de las muertes comprenden reyertas callejeras por el control de los puntos de venta de droga y ajustes de cuentas entre bandas rivales, pero también muertes ocasionales por balas perdidas procedentes de tiroteos.

El último incidente de este tipo ocurrió el pasado día 10, cuando una joven de 24 años que estaba en su habitación recibió el impacto fortuito de un tiro de kalashnikov. EFE

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