La carne prensada, un tesoro gastronómico de la antañona Comayagua
by Yonny Rodríguez |
La gastronomía, al igual que el lenguaje, se erige como una marca identitaria de una cultura y esta delicia es un legado que demanda preservación
La carne prensada, una joya culinaria arraigada en la tradición gastronómica de Comayagua, despierta su esplendor durante los momentos festivos de Navidad y Semana Santa.
Este delicado manjar, forjado con destreza artesanal, revela su escurridizo encanto fuera de temporada, pero durante estas celebraciones, algunas familias la presentan con gracia a un costo aproximado de entre L150.00 y L200.00 por saco o costal.
Dentro de la urbe, las manos maestras de Guadalupe Amador, Selvia Bardales, Olimpia Castillo y Emelda Flores resplandecen en la preparación de la carne prensada, reconocida en toda la ciudad por su distinguida calidad y sabor.
Asimismo, las habilidades culinarias de Elba Morán y Rosita Romero han cosechado alabanzas, con sus recetas que se convierten en poesía en el paladar de quienes las han probado.
La carne prensada no ha pasado inadvertida por los ojos literarios de los escritores hondureños, Pompeyo del Valle entre ellos:
Imposible olvidar la «carne prensada» de Comayagua la antigua capital de Honduras. Se prepara con carne de cerdo y de res en partes alícuotas, bien molidas y horras de gordo y pellejos; se adoba esta carne con canela, ajos, clavos de olor, laurel, pimienta, cebolla, sal, nuez moscada, vinagre y coñac o aguardiente, luego se mete en unos saquitos de manta que se echan en una olla que deberá taparse a la perfección, de modo que el agua, sabiamente calculada, produzca vapor para que la carne, una vez cocida, se pueda desprender con facilidad de los pequeños sacos. A continuación, se dejan enfriar las porciones, se cortan en rebanadas y se sirven con encurtido.
Antes que Del Valle, Dolores Prats de Dávila compartió en su obra «Reviviendo la cocina hondureña» una receta similar, sugiriendo una cocción al estilo baño María. Por otro lado, Roberto Ruiz Guevara, en su compendio culinario del 2008, sugiere que el coñac o aguardiente no es un requisito absoluto en la receta.
Explorar y transmitir la esencia de una cultura a través de su gastronomía, ingredientes y recetas, se desenvuelve de manera completamente natural. Aunque la carne prensada, al igual que otros tesoros culinarios del mundo, no escapa de las críticas, algunas de las cuales provienen de aquellos que no han tenido la dicha de degustarla, el historiador y gourmet italiano, Massimo Montanari (2004), nos recuerda:
La comida no es buena o mala en términos absolutos: alguien nos ha enseñado a reconocerla como tal. El órgano del gusto no es la lengua sino el cerebro, un órgano culturalmente (y por tanto históricamente) determinado, a través del cual se aprenden y se transmiten los criterios de valoración. Por ello, estos criterios pueden variar en el espacio y en el tiempo: lo que en una determinada época ha sido juzgado positivamente en otra puede cambiar de signo; lo que en un lugar está considerado un manjar en otro puede ser considerado desagradable. La definición del gusto forma parte del patrimonio cultural de las sociedades humanas. Así como existen gustos y predilecciones diferentes en diversos pueblos y regiones del mundo, así los gustos y predilecciones cambian en el curso de los siglos.
Ciertamente, esta delicia es un legado que demanda preservación. La gastronomía, al igual que el lenguaje, se erige como una marca identitaria de una cultura, y los habitantes de Comayagua honran con orgullo este platillo que trasciende los sabores y define su patrimonio.
LEA TAMBIÉN: El maíz y su influencia en la deliciosa gastronomía hondureña