Ideología y Poder en Libre

por Oscar Estrada |

Ideología y Poder en Libre
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En Honduras, el poder rara vez cambia de manos sin un forcejeo interno. A diferencia del Partido Liberal o del Partido Nacional, donde la estructura tradicional dicta las reglas del juego, Libre es un experimento político en constante mutación. Nacido de la fractura del golpe de Estado de 2009, el partido ha sido al mismo tiempo una fuerza insurgente, un refugio para el progresismo latinoamericano y una maquinaria de poder con tendencias autoritarias. Su futuro inmediato está en juego, y la batalla por su liderazgo definirá no solo su identidad, sino también el rumbo del país.

En el centro de esta disputa están Rixi Moncada y Rasel Tomé, aunque sería ingenuo reducir la contienda a una simple competencia entre dos figuras. Moncada es la candidata oficialista, la operadora de confianza de Manuel Zelaya y Xiomara Castro, y la garante de la continuidad del proyecto refundacional. Tomé, por otro lado, no es un verdadero rival en términos de fuerza política, pero su candidatura avala la contienda y sirve como válvula de escape para los sectores del partido que buscan una opción distinta. Lo que está en juego no es solo una nominación: es el control de la estructura de Libre, su relación con el poder y su viabilidad como proyecto de largo plazo.

El ascenso de Rixi Moncada es inseparable de la historia reciente de Libre. Desde su rol en la Cuarta Urna en 2009 hasta su papel en el Consejo Nacional Electoral (CNE), Moncada ha sido la arquitecta legal e institucional del zelayismo. Su cercanía con Manuel Zelaya no es solo una cuestión de lealtad personal, sino una relación simbiótica: ella le da estructura y estrategia al proyecto, y él le da legitimidad dentro del partido.

El bloque que la respalda es poderoso y tiene una visión clara de lo que quiere para el país. Lucky Medina, Marlon Ochoa, Cristian Duarte, Erik Tejada y Enrique Reina conforman la línea dura del marxismo dentro de Libre, un grupo que busca controlar el Estado con un enfoque de mayor estatización, fortalecimiento de sectores estratégicos y confrontación directa con el empresariado tradicional. En otras palabras, Moncada representa un Libre tecnocrático y disciplinado, con una visión de poder a largo plazo que busca una transformación estructural del país.

Pero su candidatura enfrenta riesgos. Aunque cuenta con el respaldo del aparato gubernamental, Libre nunca ha sido un partido fácil de controlar. La estructura que la sostiene es poderosa, pero no necesariamente popular. Moncada es una figura clave en el diseño del poder de Libre, pero no es una líder carismática ni una política que conecte con la base militante de manera natural. Su desafío será convertir su imagen de operadora de poder en una candidatura con tracción popular, sin alienar a las facciones internas que podrían ver su ascenso como una imposición.

La Disidencia Controlada: Rasel Tomé y el Libre Populista

Si Rixi Moncada representa el control del Estado, Rasel Tomé encarna el ala más populista de Libre, con un discurso de cercanía a la militancia y un estilo más combativo y mediático. Tomé ha sido un político resiliente, capaz de reinventarse en cada etapa del partido. Fue uno de los leales a Zelaya tras el golpe de 2009, pero con el tiempo ha construido una base propia dentro del partido, especialmente entre sectores que ven con recelo el creciente autoritarismo de la estructura oficialista.

Su candidatura no es una amenaza real para Moncada, pero su rol es crucial. Tomé no está ahí para ganar, sino para evitar que la elección interna de Libre sea un simple trámite burocrático. Su presencia permite que la contienda tenga una apariencia de competencia, manteniendo la cohesión del partido y evitando fugas hacia la oposición o la abstención.

Sin embargo, su falta de apoyo dentro de la maquinaria de gobierno lo deja sin posibilidades reales de victoria. No cuenta con el respaldo del marxismo institucionalizado que rodea a Moncada, ni con el beneplácito de los sectores empresariales que aún mantienen vínculos con Libre. Su papel es el de un outsider dentro del propio sistema, un candidato que desafía a la estructura pero que al final la legitima.

La Expulsión de Jorge Cálix y el Factor Liberal

Mientras Libre define su futuro, Jorge Cálix, una de las figuras más prominentes del partido, fue expulsado y ahora lidera una corriente dentro del Partido Liberal. Su salida marcó una fractura significativa dentro de Libre, especialmente porque su discurso apuntaba hacia un Libre más pragmático y negociador, con capacidad de atraer alianzas estratégicas más allá del marxismo tradicional. Su movimiento dentro del liberalismo refleja el dilema que enfrenta Libre: ¿puede seguir siendo un partido estrictamente de izquierda o necesita ampliar su base para sostenerse en el poder?

La candidatura de Rixi Moncada parece reforzar la idea de que Libre seguirá un curso más radical y estatalista, sin buscar un punto intermedio con otros sectores políticos. Esto deja una brecha que el liberalismo, ahora reforzado con Cálix, podría aprovechar.

El gran reto de Moncada no está en ganar la candidatura dentro de Libre, sino en lo que viene después. ¿Será capaz de atraer el voto del elector independiente, no formado políticamente dentro del marxismo?

La respuesta es compleja. Moncada es una candidata que simboliza continuidad y control del aparato estatal, pero su imagen está profundamente ligada a la izquierda doctrinaria del partido. Su discurso es técnico y estructurado, pero difícilmente apela a los sectores más moderados o pragmáticos del electorado.

El votante independiente, que en 2021 jugó un papel clave en la victoria de Xiomara Castro, no está ideológicamente comprometido con Libre. Su apoyo fue más un voto de castigo contra el Partido Nacional que una adhesión total al proyecto refundacional. Moncada deberá encontrar una manera de hablarle a este sector sin alienar a su base.

Si mantiene un discurso exclusivamente marxista y de confrontación, es probable que enfrente dificultades para atraer el apoyo de aquellos votantes que buscan estabilidad y resultados tangibles más que discursos ideológicos. Para ganar, Moncada necesitará incorporar un ala más pragmática en su campaña, sin renunciar a su base, pero ampliando su atractivo hacia sectores no ideologizados. ¿Podrá hacerlo?

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