Tegucigalpa.- Pese a no estar en guerra y aunque los índices de criminalidad han disminuido, Honduras sigue siendo un país violento, afirmó la directora del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah), Migdonia Ayestas.

“A pesar de todas las reducciones, estamos en promedio en seis víctimas diarias, de las cuales una es mujer. Eso muestra que seguimos siendo un país violento, no solo en Centroamérica, sino en el continente”, declaró.

Según registros del Observatorio, en 2011 la tasa de homicidios en Honduras era de 86,5 por cada 100.000 habitantes, cifra que en 2024 se redujo a 27. “Son más de 40 puntos los que ha disminuido la violencia y criminalidad, medido solo en homicidios, que es el estándar internacional. Sin embargo, la violencia sexual sigue afectando en promedio al 88% de las mujeres”, puntualizó Ayestas.

Alarmante

La violencia hacia la mujer sigue siendo alarmante. En lo que va de 2025, se han registrado 162 muertes violentas de mujeres, muchas de ellas ocurridas en espacios que deben ser de protección, como el hogar o el entorno comunitario. Entre las niñas, el mayor riesgo se encuentra entre los diez y catorce años. “Lo más grave es que las violencias ocurren en espacios públicos y su instrumento de lesión y muerte son armas de fuego, muchas de ellas de tráfico ilícito”, agregó la experta.

Además de la violencia doméstica y de género, muchas familias hondureñas sufren la delincuencia común, incluida la extorsión. Ayestas señala que la cultura patriarcal ha reforzado la desigualdad de género, educando a los hombres para que tengan control y poder, mientras que a las niñas se les enseña sumisión. Esto, dice, genera que las mujeres vivan en constante violencia y miedo, además de que su trabajo doméstico no sea remunerado.

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La directora del Observatorio también destaca la insensibilidad social ante la violencia. “Nos hemos acostumbrado a este fenómeno, y no se trabajan temas de prevención primaria, como dotar de capacidades a niños y niñas, ni secundaria, cuando han estado cerca de formas de violencia”, aseguró. Esta normalización dificulta la creación de políticas efectivas de prevención y protección.

Finalmente, Ayestas resalta otros factores que inciden en la violencia en Honduras: la pobreza, que afecta a más del 60% de la población, el desempleo o la falta de empleo de calidad, y la proliferación de armas de fuego. Según la experta, estos elementos, combinados con la desigualdad de género y la impunidad, mantienen al país entre los más violentos de la región.