El papa carga en «Laudate Deum» contra una política incapaz ante la crisis medioambiental

by Redacción Web |

El papa carga en «Laudate Deum» contra una política incapaz ante la crisis medioambiental

Francisco repasa los fracasos de las últimas cumbres sobre el medio ambiente con «acuerdos que han tenido un bajo nivel de implementación.

El papa Francisco afirmó que «el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto del que no hay vuelta atrás» y criticó duramente a una política incapaz de afrontar, por intereses de poder y económicos, la crisis medioambiental, en su nueva exhortación apostólica publicada hoy.

Este nuevo escrito del papa titulado «Laudate Deum» y dirigido «a todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática» llega como una continuación de su llamada «encíclica verde», «Laudato si’», publicada hace ocho años, un tiempo en el «que no habido reacciones suficientes».

El papa vuelve a constatar que más allá de la posibilidad de que no haya marcha atrás, «es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas».

«Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas, etc», añade, y por ello vuelve a lanzar un llamamiento a los responsables políticos.

No se puede negar el cambio climático

El papa carga contra quienes pretenden «negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático» pues «están ahí, cada vez más patentes».

«Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos», agrega.

Y lamenta quien «para ridiculizar a quienes hablan del calentamiento global, se acude al hecho de que suelen verificarse fríos también extremos. Se olvida que éste y otros síntomas extraordinarios no son más que diversas expresiones alternativas de la misma causa: el desajuste global que provoca el calentamiento del planeta».

También rechaza la versión de que «reduciendo el uso de combustibles fósiles y desarrollando formas de energía más limpias, se provocará una reducción de los puestos de trabajo» y asegura que «la transición hacia formas renovables de energía, bien gestionada, así como todos los esfuerzos de adaptación a los daños del cambio climático, son capaces de generar innumerables puestos de trabajo en diferentes sectores».

El papa reitera con fuerza la responsabilidad del hombre en estos fenómenos climáticos globales pues «una abrumadora mayoría de científicos especializados en clima sostienen esta correlación y sólo un ínfimo porcentaje de ellos intenta negar esta evidencia».

También lamenta «que la crisis climática no es precisamente un asunto que interese a los grandes poderes económicos, preocupados por el mayor rédito posible con el menor costo y en el tiempo más corto que se pueda».

Y explica que se ve obligado a hacer todas estas precisiones incluidas en la exhortación, que pueden parecer obvias, «debido a ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica».

La incapacidad de la política internacional

Francisco repasa los fracasos de las últimas cumbres sobre el medio ambiente con «acuerdos que han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos».

Y subraya que el problema es que «las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global».

«Terminemos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, ‘verde’, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos», apunta.

Y sobre la próxima COP28 insta a que «sea histórica y que nos honre y ennoblezca como seres humanos» y para ello pide tres características a estas cumbres: «que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorizar fácilmente».

«Sólo con ese proceso se podría recuperar la credibilidad de la política internacional, porque únicamente de esa manera concreta será posible reducir notablemente el dióxido de carbono y evitar a tiempo los peores males».

Y lanza un llamamiento: «Ojalá muestren así la nobleza de la política y no su vergüenza. A los poderosos me atrevo a repetirles esta pregunta: ¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?».

Y ante los grupos que manifiestan y protestan durante las conferencias sobre el clima y que son criticados como “radicalizados”, el papa los defiende porque «en realidad ellos cubren un vacío de la sociedad entera, que debería ejercer una sana presión”, porque «a cada familia le corresponde pensar que está en juego el futuro de sus hijos».

Francisco señala que aunque «las soluciones más efectivas no vendrán sólo de esfuerzos individuales, sino ante todo de las grandes decisiones en la política nacional e internacional» también «todo suma» y también es necesario «un cambio en forma de vida y en las convicciones de las sociedades».

«Si consideramos que las emisiones per cápita en Estados Unidos son alrededor del doble de las de un habitante de China y cerca de siete veces más respecto a la media de los países más pobres, podemos afirmar que un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo», concluye. EFE

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