Tegucigalpa, Honduras.-El nuevo mapa electoral de Honduras vuelve a dibujarse con un peso rotundo sobre tres departamentos que, por puro volumen de votantes, se convierten en las llaves del próximo presidente que saldrá electo el próximo domingo 30 de noviembre de 2025.

ICN Datos analizó la carga electoral entregada por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y la conclusión es directa: Cortés, Francisco Morazán y el corredor norte-central integrado por Yoro y Comayagua cargan con un caudal que puede inclinar la balanza por cualquiera de los cinco aspirantes presidenciales.

La papeleta del 30 de noviembre será un campo de batalla político. Más de 14,000 hondureños buscan quedarse con apenas 3,064 cargos de elección popular, en unas elecciones 2025 que lo decidirán todo: desde quién ocupará la Casa Presidencial hasta quién administrará el último municipio del país.

Y para lograr lo anterior, al menos, en el nivel presidencial hay departamentos claves que podrían definirlo todo.

Departamentos clave

Cortés encabeza el país con 1,127,924 ciudadanos habilitados (17.6%). La fuerza del Valle de Sula vuelve a colocarlo como el epicentro de cualquier estrategia nacional. Un candidato que no conquiste este territorio arranca cuesta arriba.

Justo detrás aparece Francisco Morazán, con 1,121,506 votantes (17.5%), capaz de definir una elección por sí solo y con un comportamiento tradicionalmente variable cuando el clima político se polariza.

Yoro, con 400,298 (6.2%), se consolida como el tercer gran bloque por su peso en un triángulo productivo que empuja población, empleo y movimiento interno. Comayagua se suma a ese eje central con 354,472 votantes (5.5%) que suelen responder con alta participación y que se han convertido en un colchón decisivo cuando la contienda se cierra.

Departamentos con menor carga

El resto de la carga electoral completa un país donde cada departamento, incluso el más pequeño, aporta números que cualquier campaña debe mirar con lupa.

Atlántida suma 296,287 electores (4.6%), mientras Choluteca llega a 335,257 (5.2%) en el sur, una zona históricamente disputada. Colón acumula 214,689 (3.3%) y Copán 261,995 (4.1%), ambos relevantes para los movimientos de occidente junto a Santa Bárbara, que aparece con 326,571 (5.1%).

El Paraíso registra 341,710 (5.3%), lo que lo mantiene dentro del bloque de departamentos medianos con capacidad de influir en diferencia final.

En la parte baja del espectro numérico aparecen Gracias a Dios, con apenas 55,543 votantes (0.9%); Islas de la Bahía, con 53,208 (0.8%); y La Paz, con 146,073 (2.3%). Intibucá aporta 168,646 (2.6%), Lempira 223,938 (3.5%), Ocotepeque 108,718 (1.7%) y Valle 132,733 (2.1%).

Olancho, aunque extenso, concentra 356,602 electores (5.5%), una cifra que lo coloca por encima de varios territorios densamente habitados y lo convierte en un terreno donde cada voto cuenta más de lo que parece en la lectura rápida del mapa.

El departamento 19

Con ese cuadro, surge la otra pieza que ya no puede quedar fuera del análisis: Estados Unidos.

El padrón enviado desde el exterior confirma 399,537 hondureños habilitados, un número que supera por amplio margen a varios departamentos internos y que se posiciona en la mitad alta de la tabla nacional.

Su voto pesa igual que cualquier otro, pero su distribución geográfica lo vuelve un actor con dinámicas propias, condicionado por migración, organización comunitaria y un electorado que ha demostrado capacidad para alterar cierres ajustados.

Al final, la fotografía completa suma 6,425,707 ciudadanos llamados a las urnas en noviembre.

Pero más allá de ese total, la realidad apunta a un puñado de departamentos que, por simple volumen, definen la presidencia.

El corredor Cortés–Francisco Morazán, el cinturón Yoro–Comayagua y el peso silencioso del departamento 19 marcarán el ritmo de una elección donde cada punto porcentual costará sudor político.