OPINIÓN: Como una bofetada; Honduras actúa como intermediario y repatría prisioneros de Guantánamo a Venezuela
por Oscar Estrada |

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Comayagua, Honduras – 20 de febrero de 2025
El gobierno de Honduras informó oficialmente este 20 de febrero que “facilitó acciones humanitarias para el traslado de 170 migrantes venezolanos desde Estados Unidos hacia Venezuela, utilizando la base militar conjunta de Soto Cano en Comayagua.” Sin embargo, el comunicado oficial omitió un detalle crucial: los aviones provenían de Guantánamo Bay, donde la administración Trump había detenido a estos migrantes bajo condiciones estrictas de seguridad.
Fuentes independientes confirmaron a NBC News que los vuelos que aterrizaron en la base Soto Cano partieron de la Base Naval de Guantánamo, en Cuba, utilizada tradicionalmente por Estados Unidos como centro de detención de alta seguridad. Esta información coincide con reportes previos sobre la política de la administración Trump de trasladar a migrantes considerados “de alta peligrosidad” a Guantánamo, bajo el argumento de que representaban una amenaza para la seguridad nacional.
La administración Trump había justificado el traslado a Guantánamo al describir a los migrantes como “los peores de los peores”. De acuerdo con fuentes del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU., estos migrantes eran en su mayoría hombres venezolanos, algunos de ellos presuntamente afiliados a grupos criminales, como el Tren de Aragua, según las acusaciones de funcionarios estadounidenses. A su llegada a Honduras, los migrantes fueron trasladados a un avión de bandera venezolana, sin que el gobierno hondureño mencionara en su comunicado el lugar de origen de estos vuelos.
El comunicado oficial de la Secretaría de Relaciones Exteriores de Honduras presentó la operación como una acción humanitaria y destacó la cooperación con Estados Unidos y Venezuela, señalando el respeto a las relaciones diplomáticas y la asistencia humanitaria. Sin embargo, la omisión del origen de los vuelos de Guantánamo revela una cautela política por parte del gobierno hondureño, que parece evitar confrontaciones directas con ninguno de los dos países.
La administración de la Presidenta Xiomara Castro ha mostrado un enfoque errático en sus relaciones con Estados Unidos. Por un lado, ha buscado establecer un tono de negociación más independiente, criticando políticas de Washington en temas de migración y cooperación. Por otro lado, ha aceptado de la colaboración militar y económica estadounidense, como en el uso de la base de Soto Cano para este propósito. La omisión de la procedencia de los vuelos de Guantánamo sugiere un intento de evitar una percepción de sumisión a la política migratoria de Trump, al mismo tiempo que procura mantener abiertas las líneas diplomáticas con Venezuela.
El uso de territorio hondureño para deportar a migrantes desde Guantánamo marca un tono contundente en la política migratoria de la administración Trump, destacando su enfoque en el control migratorio a través de medidas de seguridad estrictas. Esta estrategia no solo utiliza a Honduras como un punto de tránsito, sino que también pone de manifiesto el sometimiento de Centroamérica a las decisiones de Washington en temas de migración y seguridad.
Además, el traslado de migrantes de alta peligrosidad en vuelos militares refuerza el mensaje de la administración Trump sobre su política de “tolerancia cero” con respecto a la inmigración ilegal. Esto plantea preguntas sobre el respeto a los derechos humanos y el acceso a asesoría legal para los migrantes, temas ya cuestionados por organizaciones internacionales.
Este evento refleja la complicada relación de Honduras con Estados Unidos. Aunque el gobierno de Xiomara Castro ha intentado navegar una política exterior que calificó como soberana, la necesidad de cooperación en seguridad y economía con Washington limita su margen de maniobra. Al aceptar facilitar estos traslados, Honduras parece alinearse con la estrategia migratoria de Trump, a pesar de sus intentos por mantener una imagen de neutralidad y cooperación humanitaria.
Este episodio deja claro que Honduras continúa en una posición geopolítica vulnerable, donde las decisiones sobre migración y seguridad siguen profundamente influenciadas por las políticas de Estados Unidos. Asimismo, muestra la complejidad de las relaciones trilaterales con Venezuela, en un contexto donde la administración Trump ha intensificado su postura contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Esta acción revela la continua influencia de Estados Unidos en la región y la delicada danza diplomática que Honduras debe llevar a cabo para equilibrar sus relaciones con Washington y Caracas, mientras gestiona su propia política exterior en un entorno geopolítico cada vez más complejo.
