Tegucigalpa, Honduras.– Cuando en 1981, tras varias gestiones militares, los hondureños volvieron a ejercer el sufragio, la esperanza de que el voto fuera el sostén de la democracia marcó ese primer proceso electoral. Desde entonces, la participación ciudadana fue elevada en los primeros años del retorno al orden democrático.

No obstante, con el paso del tiempo, las malas gestiones de los gobiernos electos han provocado que el abstencionismo gane protagonismo en varios procesos electorales, reflejando un desgaste en la confianza ciudadana hacia la política.

Una radiografía de ICN con datos oficiales, a 44 años del retorno de la democracia y tras la celebración de 12 elecciones generales, muestra que entre 1981 y 2025 ha predominado la participación electoral sobre el abstencionismo, aunque la diferencia entre ambos se ha ido reduciendo de manera progresiva.

En las elecciones de 2025, un total de 6,425,707 hondureños fueron convocados a las urnas para elegir al duodécimo presidente en la era democrática. De ese universo, el 40.96 % no acudió a votar, mientras que el 59.04 % sí ejerció el sufragio, lo que permitió que Nasry Asfura fuera electo presidente de la República.

Radiografía

Las primeras elecciones tras el fin de los gobiernos militares estuvieron acompañadas por una fuerte movilización ciudadana.

En 1981, cuando fue electo el Liberal Roberto Suazo Córdova, el 78.50 % del electorado acudió a las urnas y solo el 21.50 % se abstuvo.

Cuatro años después, en 1985, la participación alcanzó su punto más alto en más de cuatro décadas: 84.10 %, durante el segundo triunfo del liberalismo con José Simón Azcona del Hoyo.

A finales de los años ochenta comenzó un cambio gradual.

En 1989, con la victoria de Rafael Leonardo Callejas. candidato del Partido Nacional (PN), la participación bajó al 76% y el abstencionismo subió al 24 %.

La caída fue más evidente en 1993, cuando solo el 64.80 % de los ciudadanos votó y el 35.20 % decidió no hacerlo, en el triunfo electoral de Carlos Roberto Reina.

Ese proceso tatuó uno de los primeros momentos en que el desinterés electoral comenzó a hacerse visible.

En 1997 se produjo una recuperación parcial. La elección de Carlos Roberto Flores registró una participación del 72.70 %, aunque sin volver a los niveles de la década anterior.

Para 2001, cuando ganó Ricardo Maduro, del Partido Naional, el porcentaje volvió a descender hasta el 66.20 %, confirmando una tendencia irregular pero persistente.

En elección de 2025, ganada por Manuel Zelaya, la participación fue del 53.80 %, con una carga electoral cercana a los cuatro millones de personas. Cuatro años después, en 2009, el abstencionismo superó por primera vez a la participación: el 50.10 % no acudió a votar, frente a un 49.90 % que sí lo hizo, en un proceso que dio la victoria a Porfirio Lobo Sosa.

En 2013, la participación se recuperó hasta el 61.20 %, con Juan Orlando Hernández como ganador, aunque casi cuatro de cada diez electores se abstuvieron. En 2017, pese a que la carga electoral superó los seis millones de ciudadanos, la participación volvió a caer al 54.30 %, lo que evidenció que el crecimiento del padrón no se traduce necesariamente en más votos.

Las elecciones de 2021 rompieron parcialmente esa dinámica. Con la victoria de Xiomara Castro, la participación subió al 68.09 %, uno de los porcentajes más altos desde los años noventa. Sin embargo, en 2025 el país volvió a registrar una caída: solo el 59.04 % votó, pese a que la carga electoral alcanzó los 6,425,707 ciudadanos y resultó electo Nasry Asfura.

Los números muestran que Honduras pasó de una alta participación en los primeros años de la democracia a un escenario donde el abstencionismo se ha vuelto recurrente.

Aunque el padrón electoral ha crecido de forma sostenida desde 2005, ese aumento no ha significado más ciudadanos votando.

Este 2025, el 40.96% del electorado no votó. Con datos actualizados a las 10:14 de la mañana de este lunes 29 diciembre, ICN calculó la partipación y el abstencionismo con 19,154 actas transmitidas de 19,167.