Tegucigalpa. — En Honduras, la vida conyugal muestra una tendencia clara: por cada cinco matrimonios celebrados, se registra aproximadamente un divorcio. Esa proporción, sostenida durante los últimos siete años, refleja un comportamiento estable de las rupturas matrimoniales, incluso a pesar de los picos y caídas que dejó la pandemia y la reactivación institucional posterior.

Entre 2018 y 2024, el Registro Nacional de las Personas documentó 29,226 divorcios y 159,785 matrimonios.

Aunque los matrimonios superan ampliamente a las disoluciones, la comparación expone una tendencia persistente: el país mantiene una relación cercana a un divorcio por cada 5.5 matrimonios, con variaciones mínimas en los últimos años.

El comportamiento anual revela un punto de quiebre evidente en 2020, cuando la pandemia paralizó oficinas públicas, tribunales y trámites civiles. Ese año los divorcios cayeron un 63%, y los matrimonios un 57%, configurando la caída más pronunciada del periodo. Sin embargo, la reapertura de 2021 revirtió el escenario: los divorcios aumentaron 178% y los matrimonios 182%, en un rebote sin precedentes que devolvió al país a los niveles previos a la crisis sanitaria.

Desde 2022 la curva se estabilizó. Honduras registra cada año entre 4,500 y 4,900 divorcios, mientras que las uniones oscilan entre 25,000 y 26,000, permitiendo que la proporción nacional se mantenga prácticamente intacta. La regularidad de estos números sugiere que la pandemia alteró volúmenes, pero no cambió la relación estructural entre matrimonios y divorcios.

El análisis territorial muestra una concentración marcada. Francisco Morazán y Cortés acumulan más del 60% de los divorcios del país, impulsados por su peso poblacional y la mayor disponibilidad de servicios judiciales y administrativos. Les siguen Atlántida, Santa Bárbara, El Paraíso y Comayagua, mientras que Gracias a Dios, Ocotepeque e Islas de la Bahía presentan las cifras más bajas del registro.

En paralelo, la evolución matrimonial mantiene un patrón más amplio, aunque también dominado por las zonas urbanas. Cortés y Francisco Morazán lideran ampliamente las uniones inscritas, mientras departamentos rurales como Lempira, Intibucá y La Paz mantienen volúmenes moderados.

En conjunto, los datos confirman una dinámica civil que combina estabilidad y concentración: los matrimonios recuperaron su ritmo tras la crisis sanitaria, los divorcios se mantuvieron en un rango alto pero constante, y la relación entre ambas variables se reafirma como una característica estructural del país. Honduras registra más uniones que rupturas, pero la proporción de un divorcio por cada cinco matrimonios se ha convertido en un patrón sostenido de la vida conyugal nacional.

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