OPINIÓN | Vaivén ideológico en las relaciones entre Honduras y Venezuela
por Yanivis Izaguirre |
Tegucigalpa, Honduras. Entre el amor y el odio. Así han sido las relaciones diplomáticas de Honduras y Venezuela, marcadas por un vaivén ideológico a merced de quien comande la presidencia.
Por parte de Venezuela, la era de Hugo Chávez y su heredero político Nicolás Maduro ha manejado la dinámica bilateral, dejando de lado a figuras de Juan Guaidó, María Corina Machado y Edmundo González Urrutia; por el lado de Honduras, los avances o retrocesos en las relaciones con el país suramericano los define quien ostente el poder, tomando como punto de partida al expresidente Manuel Zelaya, Roberto Micheletti, Porfirio Lobo Sosa, Juan Orlando Hernández y la actual presidente Xiomara Castro.
Las relaciones bilaterales han pasado de acercamientos a distanciamientos; afinidad política y rechazo al socialismo del Siglo XXI; alianzas comerciales estratégicas y renuncias a tratados, convenios e iniciativas; respaldos y rechazos ante sanciones de organismos internacionales… Y la lista de disparidades sigue.
Lo anterior lo podemos resumir en tres momentos: relaciones pre golpe (antes de 2009), relaciones post golpe (después de 2009) y relaciones bajo la adopción del modelo del socialismo democrático en Honduras (2022 a la fecha).
Primer momento: relaciones pre golpe
Durante el mandato del expresidente Manuel Zelaya (2006-2009) se fortalecieron las relaciones con el gobierno de Venezuela, comandado por Hugo Chávez (QDDG).
En 2005, Honduras ingresa a Petrocaribe, una iniciativa para el suministro de petróleo a precios preferenciales y en 2008 se adhiere al ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América).
Segundo momento: relaciones post golpe
El breve paso por la silla presidencial de Roberto Micheletti detonó la ruptura constitucional y de las relaciones con Venezuela, gobierno que condenó enérgicamente el golpe de Estado e influyó para que se expulsara a Honduras de la Organización de Estados Americanos (OEA).
El deleznable golpe de Estado costó la salida de Honduras de iniciativas como Petrocaribe y la ALBA.
Se popularizaron los discursos de Chávez y el apodo “Goriletti”, en referencia al presidente de facto, Roberto Micheletti.
Con el gobierno de Porfirio Lobo (2010-2014), Honduras se distancia aún más de Venezuela y permanecen las relaciones limitadas con la muerte de Chávez en 2013 y la asunción a la presidencia de Nicolás Maduro.
En 2017, Honduras respalda la aplicación de la Carta Democrática de la OEA contra Venezuela y apoya sanciones de organismos internacionales por violaciones de derechos humanos, lo que provoca tensiones diplomáticas.
Como consecuencia, Maduro rechaza los resultados de elecciones de ese mismo año en Honduras, en las que se reeligió de forma inconstitucional a Juan Orlando Hernández y, en respuesta, en 2019 Hernández reconoce como presidente interino de Venezuela a Juan Guaidó y desconoce la victoria de Maduro.
Tercer momento: socialismo democrático en Honduras
Con la llegada de Xiomara Castro a la presidencia de Honduras en 2022 se reanudan las relaciones diplomáticas con Venezuela y se designan embajadores en ambos países.
Castro toma el poder bajo el mandato de Libertad y Refundación (Libre), un partido que nace en las calles producto de fuerzas organizadas en el Frente Nacional de Resistencia Popular y, a su vez, derivado de las manifestaciones que condenaron el golpe de Estado.
En esa nueva era, marcada por la adopción del socialismo del Siglo XXI, se oficializa el reconocimiento del gobierno de Maduro y se retira el apoyo a Guaidó como presidente interino; además, Honduras valida al gobierno de Maduro ante organismos internacionales como la OEA y la ONU (Organización de Naciones Unidas).
En 2023, el gobierno hondureño acompañó iniciativas que pedían el fin de sanciones económicas contra Venezuela y manifestó su apoyo en foros internacionales a la no intervención en asuntos internos de Venezuela.
Para las elecciones presidenciales de 2024, el gobierno de Castro se convierte en uno de los pocos países en apoyar la victoria de Maduro.
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El 19 de agosto de 2024, el entonces secretario de Defensa de Honduras, José Manuel Zelaya, se reunió con su homólogo venezolano, Vladimir Padrino López, en Caracas, generando polémica debido a las sanciones de Estados Unidos contra Padrino por presuntos vínculos con el narcotráfico.
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La embajadora del país del norte, Laura Dogu, expresó preocupación refiriéndose a Padrino como “narcotraficante”, lo que Honduras calificó como injerencia y derivó en inesperadas decisiones que crisparon el escenario político.
Para la toma de posesión de Maduro, el 10 de enero de 2025, autoridades de Relaciones Exteriores informan que la presidente Xiomara Castro no asistirá a la investidura, pero enviará una delegación encabezada por el vicecanciller Gerardo Torres, decisión que causó sorpresa al ser países aliados y con ideologías afines.
“Plan Venezuela”
El común denominador en estos tres momentos es, sin duda, la instrumentalización política y las diatribas de carácter ideológico.
Crear alarmas mediáticas sobre la adopción de un “Plan Venezuela” ha sido la táctica recurrente usada por sectores conservadores y opositores a Libertad y Refundación.
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Es así como la relación con Venezuela se convirtió en un tema permanente en campañas electorales, usando ese vínculo para desacreditar a los candidatos de Libre y señalando que emular políticas venezolanas podría llevar a una mayor inestabilidad económica y social en Honduras.
Y no olvidemos los clásicos recursos de la política del miedo: “se comerán a los niños” y “te quitarán la casa” cuyo uso en pleno Siglo XXI sorprendería al mismísimo Ripley.