Tegucigalpa, Honduras. Setenta y dos horas de espera. Ese fue el tiempo que pidió la presidente Xiomara Castro para presentar, según sus propias palabras, “la verdad” sobre los fondos sociales del Congreso Nacional. Una promesa de alto calibre que generó expectativa, tensión y, para muchos, una última esperanza de transparencia en medio de una tormenta de clientelismo y politiquería.

Pero la verdad, como suele suceder en los gobiernos, no llegó.

Duró más el jingle que el comunicado. Una pieza sonora con coros épicos, dramatismo en las cuerdas y promesas grandilocuentes que terminó sonando como preludio de nada.

Después de tres días de suspenso nacional, lo que se presentó al pueblo hondureño fue la lectura de un documento raquítico, sin pruebas documentales, sin nombres, sin datos, sin anexos. Apenas tres puntos en un comunicado del Secretario de Transparencia y Lucha Contra la Corrupción (sí, existe una secretaría con ese nombre), de los cuales solo uno tenía algo de contenido sustantivo. El resto, puro ruido y relaciones públicas.

Y el único punto “relevante” se reduce a una frase de cajón: “Hemos concluido la revisión y análisis técnico”. ¿Y? ¿Dónde están los hallazgos, los documentos, los cheques, las transferencias, las bitácoras de proyectos, las actas de supervisión? ¿Dónde está la verdad prometida?

Se limitaron a enunciar que “se constataron deficiencias relevantes en la información presentada, emisión de cheques, ejecución y gestión del gasto”. Eso lo sabe cualquier ciudadano que haya leído los reportajes periodísticos publicado esta semana por el equipo de ICN Investiga. No hacía falta montar una “investigación” de 72 horas para repetir lo evidente.

En fin, irresponsable comparecencia que le quedó a deber a la presidente y a todo el pueblo. Como decimos en el periodismo: “fue puro churro con fresco al tiempo”.

Anunció que se desplazarán al territorio para verificar físicamente los proyectos.

Ni un solo documento en mano. Ni una tabla, ni una gráfica, ni una firma.

Un despliegue mediático para anunciar que se dieron cuenta de que todo está mal, pero sin asumir responsabilidades, sin mencionar a los diputados implicados, sin establecer consecuencias. Como si la transparencia fuera una opinión, y no un deber.

Después de tres días de espera, el Gobierno quiso vendernos humo en sobre sellado. Pero ya no cuela. Porque la paciencia tiene fecha de caducidad, y la credibilidad también. Porque esa Cadena por supuesto que tuvo que ser aprobada antes por la presidente y su equipo de comunicaciones.

Sin sustancias, sin cabezas rodando, sin pruebas documentales…

¿Para esto tanto? Presidente Xiomara, si este era el plan, mejor no hubiera dicho nada. Así no avanza ni el país ni la refundación.