Migrantes venezolanos denuncian torturas tras ser deportados a megacárcel en El Salvador
Maracaibo, Venezuela.- Mervin Yamarte soñaba con una vida mejor en Estados Unidos. Terminó en una megacárcel en El Salvador, donde asegura haber vivido meses de tortura. Al regresar a Venezuela, quemó la ropa que usó en prisión y abrazó a su hija de seis años.
Yamarte es uno de los 252 migrantes venezolanos deportados sin juicio desde Estados Unidos a El Salvador en marzo, bajo acusaciones infundadas de pertenecer a la pandilla Tren de Aragua. Según testimonios recopilados por la AFP, fueron encarcelados en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la prisión de máxima seguridad construida por el presidente salvadoreño Nayib Bukele para albergar a pandilleros.
“Nos golpeaban las 24 horas, nos tiraban balas de goma, gases lacrimógenos y nos encerraban sin ventilación”, cuenta Yamarte. “Nos dijeron que íbamos a pudrirnos ahí”.
Los migrantes fueron deportados en base a una antigua ley estadounidense de 1798, usada en el pasado solo en tiempos de guerra, tras el regreso de Donald Trump a la presidencia. Bukele, uno de sus principales aliados en América Latina, informó que Estados Unidos pagó seis millones de dólares por el encarcelamiento.

En cuatro meses, los migrantes no recibieron visitas, ni llamadas, ni asistencia legal. Las celdas albergaban hasta 80 personas, con catres de metal, comida descompuesta y baños insalubres. Los castigos incluían encierros en celdas de 4 m² sin ventilación. Algunos presos se desmayaban por falta de aire.
El caso provocó protestas y llevó a Venezuela a negociar la liberación de los migrantes a cambio de la entrega de 10 estadounidenses detenidos en el país. Al llegar, los venezolanos relataron ante fiscales lo vivido. Algunos, como Andry Hernández, denunciaron abusos sexuales.
Mientras unos volvieron a casa, otros permanecen escondidos en EE. UU., temiendo ser capturados. La mayoría de los deportados no tenía antecedentes. Sus tatuajes, según el gobierno estadounidense, los vinculaban con la banda Tren de Aragua, aunque expertos señalan que esta pandilla no usa marcas visibles como señal de pertenencia.
“Con lo que vivimos, ya ni pensamos en migrar de nuevo”, dice Yamarte. “Si toca seguir luchando en nuestro país, al menos estamos todos juntos”.