Ciudad del Vaticano, Santa Sede.- Los 133 cardenales electores iniciaron este miércoles el cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco, entre llamados a “mantener la unidad de la Iglesia” en un momento descrito como “difícil, complejo y convulso”.

El proceso se abrió con una misa presidida por el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, quien en su homilía instó a los purpurados a invocar la ayuda divina y a preservar la cohesión eclesial en un contexto de alta incertidumbre.

“Es tiempo de unidad”, dijo Re, en una ceremonia celebrada en la basílica de San Pedro, antes de que los cardenales se trasladaran a la Capilla Paulina para una última oración y posteriormente a la Capilla Sixtina, donde se desarrollará el cónclave bajo el tradicional voto secreto.

En esta primera jornada está prevista solo una votación. Se requieren al menos 89 votos para alcanzar la mayoría de dos tercios que permita proclamar al nuevo pontífice. Si no se logra, se votará cuatro veces diarias a partir del jueves: dos en la mañana y dos en la tarde.

Los cardenales, provenientes de 70 países, permanecerán aislados en el Vaticano, sin acceso a celulares, internet ni prensa, y juraron mantener en secreto los detalles del proceso. Francisco nombró al 80% de los participantes, lo que refleja el sello internacional y progresista de su papado.

La votación se realiza bajo los frescos del Juicio Final de Miguel Ángel. Cada elector escribe el nombre de su candidato, dobla la papeleta y la deposita en una urna. Las papeletas se queman tras cada escrutinio: el humo negro indica que no hay papa; el blanco, que el cónclave ha concluido.

Algunos nombres figuran ya entre los favoritos, como el italiano Pietro Parolin —actual secretario de Estado del Vaticano—, el español Ángel Fernández Artime, el húngaro Peter Erdo, el esrilanqués Malcolm Ranjith y el italiano Pierbattista Pizzaballa, según el diario Il Messaggero.

El grito de extra omnes (“todos fuera”) marcará el inicio formal del encierro. Las deliberaciones se desarrollarán fuera de la Sixtina, principalmente en la residencia Santa Marta, durante comidas o encuentros informales. El ambiente recuerda el hermetismo de los cónclaves anteriores, como los que eligieron a Benedicto XVI y Francisco, que concluyeron tras dos días.